miércoles, 9 de diciembre de 2009

ADAPTARSE O MORIR

Un gen protege a una tribu de enfermar por causa del canibalismo.



Fuente: Publico.es
Foto: nutrición y tecnología de los alimentos



Algunos nativos de una tribu de Oceanía que realizaba rituales caníbales hasta 1950 desarrollaron una variante genética que les protegió contra una enfermedad similar al mal de las vacas locas.


Durante muchas generaciones, los fore de Papúa Nueva Guinea se comían a sus muertos como muestra de luto. Las mujeres y los niños ingerían el cerebro de sus familiares fallecidos, lo que les hizo mucho más propensos a sufrir el kuru, una encefalopatía similar al mal de las vacas locas y a su versión humana, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob.


Las encefalopatías pueden ser hereditarias o provocadas por unas proteínas muy resistentes llamadas priones, que se acumulan y multiplican en el cerebro de personas o animales infectados.


Los responsables del estudio, publicado en New England Journal of Medicine, han encontrado una mutación genética que protege casi totalmente de los devastadores efectos de los priones en el caso del kuru. La llevan sobre todo mujeres de avanzada edad que portan dos copias diferentes de un gen que les hace casi inmunes ante la enfermedad que llegó a eliminar a generaciones enteras de su pueblo. Los responsables señalan que se trata de un caso casi único de evolución humana en respuesta a los efectos de una enfermedad tan peculiar.


"A través de un proceso de supervivencia del mejor adaptado, las personas que llevaban esa variante genética eran inmunes al kuru y sobrevivieron a las epidemias", explica uno de los autores del estudio.


Mead explica que la mutación se desarrolló alrededor de 1800 y se hizo más común a comienzos del siglo XX, cuando se piensa que comenzaron las sucesivas epidemias. "No conozco ningún otro caso que muestre una adaptación tan fuerte y rápida", confiesa.


Los priones que causan el kuru y otras enfermedades similares tienen una forma anormal. Cuando entran en el organismo se unen a otros priones sanos y los transforman, de manera que pasan a ser nocivos. La enfermedad tiene un periodo de gestación muy largo. Al igual que el mal de Creutzfeldt-Jakob, ataca al cerebro y causa temblores, dificultad motora y descoordinación que llevan a la muerte en unos doce meses. La variante genética descubierta por el equipo de Mead impediría que los priones nocivos se unan a los sanos, bloqueando así que se desencadene el kuru.


El equipo obtuvo ADN de la sangre de más de 3.000 individuos de la tribu fore, de los que unos 700 habían participado en rituales caníbales y unos 150 habían muerto a causa de la enfermedad.


La mitad de las mujeres que vivían en la zona más afectada por el kuru llevaban la variante protectora, una mutación del gen PRNP. El análisis genealógico de las familias en las que está presente muestra una protección muy alta e incluso total ante la enfermedad, señala el trabajo.


Anotación mía: ¿Quién dijo que las mutaciones solo producían enfermedad y muerte?

EL PAPEL DE LA VIDA

Transforman una hoja de papel en una "bacteria".




Fuente: EcoDiario
Foto: blog www.pisitoenmadrid.com



Investigadores de la Universidad de Stanford en Estados Unidos han convertido una simple hoja de papel blanco de oficina en una batería eficiente al envolverla con nanotubos de carbono y nanocables de plata. Su trabajo se publica en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).


Los científicos, dirigidos por Yi Cui, descubrieron que su papel funcionaba mejor que los plásticos revestidos de forma similar en términos de almacenamiento de energía, durabilidad y flexibilidad.


Los investigadores cubrieron una hoja de papel sencilla con una capa fina de nanotubos de carbono o nanocables de plata, que convirtió el sustrato de fibra en un conductor.


Los autores descubrieron que a mayor grosor del revestimiento mayor era la conducción y el mantenimiento de la electricidad del papel. La cobertura se unió al papel de forma más fuerte que si fuera cristal o plástico, obviando la necesidad de adhesivos que disminuyen el funcionamiento del conductor y aumentan los costes de producción.


Los nanotubos de carbono resistían su desprendimiento del papel, debido a su integración con las fibras del papel, y permitían al papel doblarse y enrollarse sin perder su capacidad para conducir una carga eléctrica.


Según apuntan los autores del descubrimiento, el papel recubierto podría fabricarse de forma rápida y muestra potencial como un condensador de alta capacidad o como una batería.

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