Fuente: ADN.es
Foto: http://sepiensa.ogr.mx
La serotonina, también conocida como "la hormona del placer", parece ser la culpable de que las langostas del desierto pasen de ser insectos solitarios e inofensivos a formar enjambres que devastan el 20% de los cultivos mundiales.
Investigadores de las universidades de Cambridge y Oxford en el Reino Unido y de Sídney, en Australia, han descubierto que un aumento del nivel de esta sustancia neuroquímica en el sistema nervioso de estos insectos es lo que les lleva a crear un enjambre.
Con ello, se da un paso en el estudio del control de las plagas de langostas, aunque "aún estamos lejos" de una solución, según el doctor Stephen Rogers, uno de los autores del estudio, que se publica en el último número de la revista Science.
El descubrimiento alberga "un potencial considerable" para lidiar con estos dañinos insectos si se halla una manera viable de devolver a las langostas a su fase solitaria, afirma por su parte el doctor Paul Anthony Stevenson.
Miles de millones de langostas provocan periódicamente grandes pérdidas económicas, destrozando cultivos sobre todo en África y en China, aunque el pasado mes de noviembre, enjambres de más de seis kilómetros de largo también asolaron Australia.
Estos ortópteros tardan entre 5 y 8 horas en recorrer 96 kilómetros y pueden consumir a diario el equivalente a su peso.
Hasta 1921 se pensaba que las langostas solitarias y las gregarias eran especies diferentes, ya que se diferencian incluso físicamente. Lo que les empuja a adoptar una actitud gregaria es la escasez de alimentos, que les lleva a buscar nuevos pastos, donde coinciden con otros miembros de su especie.
La estimulación olfativa y el roce de las patas traseras de estos insectos al juntarse les lleva a adoptar actitudes gregarias, algo ya conocido por los científicos, que sin embargo llevaban 90 años intentando descifrar qué es lo que en última instancia desencadena un cambio tan dramático de comportamiento como el de formar un enjambre.
En el laboratorio, los investigadores convirtieron a langostas solitarias en gregarias en sólo dos horas tras estimular sus patas traseras con un pincel y permitir que vieran y olieran a otros congéneres.
Durante este periodo crítico de comportamiento se analizaron las sustancias químicas presentes en su organismo y se encontró en sus ganglios torácicos un nivel tres veces mayor de lo normal de serotonina.
La serotonina es un neurotransmisor presente en todos los animales, incluyendo los humanos, clave para regular el modo en el que se interactúa , se conoce como "la hormona del placer".
Los científicos inyectaron luego en las langostas sustancias químicas que inhiben la acción de la serotonina y aunque se mantuvieron los mismos estímulos, no se convirtieron en gregarias. Además, cuando se les suministró serotonina se volvieron gregarias incluso en ausencia de otros congéneres.
"La serotonina influencia profundamente el modo en que se comportan e interactúan los humanos, por lo que es asombroso ver que la misma sustancia química en el cerebro es lo que lleva a un insecto normalmente tímido y antisocial a agruparse".
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